La prevención parece una palabra escrita en chino mandarín en nuestro país y peor aún, parece ser una palabra que año a año se escribe en un idioma totalmente diferente, de tal manera que no nos permite saber qué significa y por ende, no nos permite aplicarla.
Hace unos días hemos vuelto a ver en las noticias, personas que pierden sus viviendas e incluso la vida por el paso de huaycos en sus localidades. Año a año vemos el desborde de los ríos y la afección de un sin número de personas que pierden sus casas quedando en la nada, teniendo que ser refugiadas por el estado en algún lugar improvisado. Todos los años somos testigos presenciales de las huelgas de los gremios de trabajadores, gremios de profesores, gremios de salud, quienes se quejan – muchas veces con justa razón – de una ingente cantidad de carencias en sus respectivos sectores. Todas las navidades y fiestas de fin de año, son acompañadas por un reciente incendio de grandes proporciones que deja en la nada a muchas empresas e incluso cobra vidas humanas. ¿Qué tienen en común todas estas nefastas situaciones para el desarrollo del país y para todos los que vivimos en él? …Pues lo que tienen en común es la CERO gestión de prevención y la CERO visión de ser un país mejor que evolucione y aprenda de sus errores, responsabilidad que recae en primer lugar en los aposentos de nuestras autoridades, pero en segundo lugar en el común de las personas, quienes tampoco quieren estar un paso adelante de los problemas.
Si nos centramos ahora en los ciudadanos de a pie, todos los días en las emergencias médicas de los hospitales, el equipo médico recibe pacientes que llegan con un debut de enfermedad diabética bajo la forma de coma diabético; o llegan al hospital con un ataque cardiaco en proceso a punto de tener un desenlace fatal; otros llegan con una crisis hipertensiva que ya está causando daño neurológico o incluso, algunos llegan con sangrado intestinal producto de una úlcera no tratada oportunamente. Todos ellos llegan – con justa razón – totalmente angustiados, anhelando ser recuperados cuanto antes y muchos de ellos vociferando que, si se salvan, sus vidas van a cambiar definitivamente. ¿Qué tienen todos estos casos como denominador común? …Poco o nada de prevención en su vida y mucho de una “eventual” reacción post evento traumático para su salud, el cual aparentemente ahora sí los va hacer cambiar su vida, pero que ciertamente al final, si logran sobrevivir, muy pocos son los que realmente toman acción y le dan un giro de 180° a su existencia.
Como queda en evidencia, desde ningún punto de vista, soslayar la prevención a todo nivel, es algo que traiga buenos resultados, muy por el contrario, no tener una cultura de prevención – empezando por la persona más importante del país, que sería el presidente y terminando por cualquier ciudadano común y corriente – conlleva a pérdidas tanto económicas como sociales e incluso algunas invaluables como sería el hecho de quedar con alguna discapacidad para toda la vida, quedar postrado en una cama por el resto de tus días o peor aún, perder la vida. Es una pésima elección el No Invertir en prevención, porque siempre se tiene todas las posibilidades de perder.
Por lo tanto, si queremos virar nuestro rumbo colectivo o personal, hacia el rumbo del desarrollo, entendiendo al desarrollo como un proceso de evolución de menos a más, necesitamos elaborar, instalar y ejecutar una cultura de prevención a todo nivel, que nos permita elevar nuestro estatus actual hacia un nivel superior, donde estar un paso adelante sea ahora el común denominador y donde además, no escatimemos recursos de ninguna índole, para esa gran inversión que es la PREVENCIÓN.