Caso 1. Iniciando el mes de Julio, haciendo honor a uno de nuestros lemas de vida «hazle caso a tu cuerpo«, le recomendé a mi esposa que sea evaluada por la especialidad de cirugía de cabeza y cuello debido a que desde hacía unas semanas atrás, había notado en la parte frontal lateral izquierda de su cuello, una muy pequeña masa de menos de 1 cm, que solo era visible cuando ella giraba la cabeza hacia un lado.
No me parecía nada de cuidado sinceramente, pero preferí que sea evaluada por un colega especialista. Luego de acudir a su consulta en una clínica local bastante conocida, al colega tampoco le pareció nada de cuidado (aparentemente un ganglio superficial), sin embargo, prescribió una ecografía cervical para confirmar su diagnóstico. Al realizar dicha ecografía, el médico radiólogo confirmó la presencia de un ganglio sin mayor relevancia, pero al evaluar la tiroides, encontró múltiples nódulos, los cuales fueron reportados en el informe ecográfico. Al regresar a consulta con el médico especialista de cabeza y cuello, el colega le informa a mi esposa que se necesita hacer una «biopsia con aguja fina guiada por ecografía» y que en «el peor de los casos, podría ser un cáncer»…; evidentemente este desatinado comentario, causó angustia en mi esposa e incluso en mi, no obstante, mi «sexto sentido médico» me decía que algo no estaba bien con el manejo y pensé en voz alta diciendo «¡Necesito una segunda opinión!». Hablé con un par de amigos médicos radiólogos y repetimos la ecografía cervical; en el informe ecográfico se incluyó una clasificación «TIRADS» muy usada para nódulos tiroideos, según esa clasificación, no era necesario hacer ningún tipo de biopsia. Se disipó la ansiedad y todos quedamos tranquilos.
Caso 2. Hace 4 años aproximadamente, haciendo también honor a otro de nuestros lemas familiares «prevenir antes que lamentar«, mi señora madre se sometió a sus exámenes ginecólogicos de rutina: examen clínico, mamografía, ecografía transvaginal y papanicolaou. Luego de acudir con su ginecólogo para lectura e interpretación de los resultados, me llamó hecha «un mar de lágrimas» porque el médico le comentó que habían encontrado unas imágenes en la mama derecha, muy sugestivas de «cáncer inicial».
Evidentemente en el momento no comprendía mucho la situación, por ello pedí revisar todos los informes para poder tener un mejor panorama. Posterior a la revisión, nuevamente me surgió ese «sexto sentido médico» que realmente no sé como explicarlo (algo así como el sentido arácnido del super héroe trapaparedes de Marvel), luego de lo cual me dije a mí mismo esta vez…¡Necesito una segunda opinión!. Conversé nuevamente con un par de conocidos especialistas ginecólogos y decidí que uno de ellos debería reevaluarla. Así fue, mi madre fue reevaluada y finalmente descartó toda posibilidad de cáncer basado esta vez en una clasificación médica llamada «Bi-Rads» (la cual se base en los hallazgos de las imágenes de la mama). Todo el estrés familiar disminuyó y quedamos tranquilos.
Caso 3. Tres semanas atrás me encontraba conversando con un gerente general de una empresa a la cual brindo asesoría, quien me contaba su caso con ocasión de estar explicándole los resultados de su examen médico ocupacional. Al revisar sus antecedente leí «Cáncer de Lengua», hecho que evidentemente llamó mi atención y fue ahí donde iniciamos la conversación de su caso. Esta persona, varón de 48 años, me contó que dos años atrás acudió al médico porque había notado una lesión en la parte lateral de su lengua, de color oscuro. Fue evaluado inicialmente por el médico internista, quien lo derivó con el oncólogo. Al pasar la consulta con este especialista, efectivamente confirmo la alta sospecha de Cáncer de Lengua y mandó hacer biopsia de la lesión. Al llegar los resultados, se comprobó la presencia de cáncer pero al momento de detallar el manejo terapéutico, el galeno especialista indicó que se debía tener un manejo quirúrgico agresivo, es decir, se debía retirar 2/3 de la lengua y todos los ganglios de la zona cervical, manejo que muy probablemente iba a causar serios daños colaterales al paciente. Este gerente más allá de ser golpeado emocionalmente por la noticia (que es lo humanamente normal), no se quedó tranquilo con las palabras de su médico tratante y le dijo a su esposa «Necesito una segunda opinión». Esto lo motivó a consultar a otros médicos en establecimientos de salud mucho más especializados y llegó a uno de ellos que estaba firmemente convencido en que el manejo quirúrgico del caso, debía ser menos agresivo, retirar menos tejido de la lengua y tener una evaluación adicional al momento mismo del acto quirúrgico. El paciente fue intervenido, el cáncer no había invadido tejidos más profundos y en el momento que estábamos hablando, no note ningún problema en el habla. La evolución fue buena y los controles anuales estaban super bien también.
Podría citar otros como el del actor Christian Thorsen que obtuvo un tratamiento natural para su problema médico después de ver a varios especialistas o casos tan sonados como los de fubtolistas que viajan a otros países para obtener el mejor manejo de sus problemas de rodilla o tobillo; sin embargo, los tres casos relatados líneas arriba, ponen en evidencia la relevancia de contar con una segunda opinión médica cuando el caso lo amerite (incluso recomendado por la misma Sociedad Americana del Cáncer), lo cual termina siendo un derecho de todas las personas y en realidad, una buena práctica que siempre recomiendo a mis pacientes, familiares, amigos, clientes y mentees. Ahora tampoco estoy diciendo que se tenga que pedir una segunda opinión médica para absolutamente todos los casos que se puedan presentar, no para nada; considero prudente tener una segunda opinión médica en los siguientes casos:
- Diagnósticos probables de cáncer (sospecha), que requieren estudios médicos adicionales, muchos de ellos invasivos (por ejemplo, hacer biopsias de tejidos por el resultado de los exámenes auxiliares).
- Diagnósticos definitivos de cáncer, que van a requerir un manejo médico, a veces quirúrgico más radioterapia o quimioterapia.
- Cirugías que no son catalogadas como emergencia, como por ejemplo: cirugías de rodilla, de columna, de cadera.
- Diagnóstico de enfermedades poco comunes, que van a requerir un manejo terapéutico específico, muchas veces altamente costoso.
- Diagnósticos en niños que puede marcar todo el camino de su vida (autismo, trastornos con déficit de atención, esquizofrenia, etc.).
- Cuando tiene dificultades para comunicarse y/o comprender a su médico.
- Cuando el médico que lo está viendo, no es especialista o subespecialista en el campo que aborda y maneja su problema médico (ejemplo, puede ser un especialista oncólogo, pero usted puede necesitar la opinión de un urólogo oncólogo para un cáncer de vejiga).
- O simplemente cuando desea estar seguro del diagnóstico y de la opción terapeutica que le están ofreciendo.
En mi experiencia profesional, 8 de cada 10 veces que alguien obtuvo una segunda opinión médica por recomendación mía (por algún mentoring en salud que puedo haberle brindado), el resultado fue altamente satisfactorio y se llegó a buen puerto. Como dije anteriormente, termina siendo una conducta mentalmente saludable para el paciente, para su familia e incluso para el mismo médico tratante que si está seguro de su profesionalismo, de su experiencia y de su manejo terapéutico, no se hará ningún problema en que su paciente pida una segunda opinión, porque los médicos somos conscientes que el único dueño y decisor de su salud, es el propio paciente.
Ahora, cuando te toque buscar una segunda opinión médica ya sea para tu persona o para un familiar muy cercano a ti, trata de tomarte tu tiempo para poder llegar a la decisión de dónde y con quien acudir, cosa que en nuestro medio no suele ser algo fácil por la falta de información que existe (incluso a veces los mismos médicos no sabemos con quien derivar a nuestros pacientes). Trata de buscar lo siguiente:
- Un establecimiento de salud de prestigio
- Un profesional con experiencia y/o compentencias comprobadas en la rama de la medicina que necesitas.
- Familiares, amigos, conocidos que hayan pasado por el mismo problema que tu tienes y que hayan tenido éxito con su caso.
- Un médico de tu confianza, que no siendo especialista, te puede recomendar alguien del entorno médico (a veces esta vía es la más confiable).
- Ahora con el mundo de las redes sociales, también podrías encontrar personas extrañas a ti, que han pasado por el mismo problema en algún momento, que encontrarón solución y que están dispuestas a ayudar a otras personas; solo ten mucho cuidado con esto porque puede ser peligroso si no se tienen las precauciones debidas como el hecho de no brindar datos personales a nadie o no brindar datos de tarjetas de crédito/débito y/o cuentas bancarias.
Para terminar, debo decir que no apelen a una segunda, tercera o cuarta opinión médica incluso, cuando estén buscando algo que ustedes mismos – tal vez de forma inconsciente – quieren escuchar para «sentirse bien». Puede que estés buscando oir algo como: «usted no tiene cáncer» (cuando ya 2 ó 3 especialistas se lo han confirmado); o «su hijo no sufre de autismo» (cuando ya varios profesionales objetivamente han sustentado el diagnóstico); o tal vez «no es necesario que se opere, sólo sanará» (cuando las imágenes de la resonancia y la opinión de más de un especialista ha concluido en lo contrario). Más allá de ser un desgaste mental muchas veces, el hecho de estar consultando múltiples profesionales, cuando 2 profesionales de la salud o como máximo 3 en casos muy serios diría yo, concluyen en lo mismo, creo que es necesario tomar la recomendación consensuada y proceder.
Si no estás tranquilo con el primer diagnóstico o manejo médico, como dice la frase del vals «no hay primera sin segunda», toma la decisión y busca una segunda opinión. ¡Sirve y mucho!