Crecimientos anormales en tu Cuerpo
Hace 8 años cuando era jefe médico ocupacional de una importante empresa nacional, con presencia en casi todas las ciudades del Perú, me tocó evaluar a un joven de recursos humanos que se desempeñaba como asistente de planillas. Su jefe directo (la lider de recursos humanos) me llamó previamente a comentarme del caso y de su preocupación por el trabajador ya que lo «veía muy mal de salud», con un dolor de espalda muy fuerte y quería saber qué más podían hacer desde el lado de la empresa, para que el trabajador mejore. Acepté gustosamente evaluarlo (con la premisa de que los médicos ocupacionales finalmente somos médicos y nunca perdemos nuestro lado clínico, es más, los ocupacionales debemos ser muy clínicos), con lo cual el trabajador llegó a la oficina a los pocos minutos.
Al ingresar a mi espacio de trabajo, lo primero que noté fue la muestra de evidente dolor que tenía impregnado en la expresión facial el joven de 25 años, expresión más evidente en alguién que solía conocer como muy jovial y risueño; tenía mucha dificultad para mover sus 98 kilos de peso y 1.78 metros de estatura, caminaba casi rengueando por la oficina, verbalizando su dolor de espalda a cada momento. Luego de examinarlo concienzudamente, mi criterio médico me dijo que esto era algo urgente que atender, me comuniqué raudamente con su jefe directo a decirle que necesitábamos urgente una resonancia magnética para resolver el caso y que la empresa podía solventar eso tal vez. A las dos horas ya teníamos la resoncia magnética…los resultados desafortunamente evidenciaban una tumoración en médula espinal que comprimían nervios (razón del dolor), sin embargo, la causa de esa tumoración debía ser motivo de estudios adicionales, los mismos que se hicieron en las siguientes 3 semanas. Finalmente la conclusión del caso fue: Cáncer testicular con metástasis a la médula espinal (cáncer que ocurre en 1 de cada 250 varones adultos jóvenes, siendo la edad media promedio para el diagnóstico, alrededor de los 33 años). Esta enfermedad posteriormente causó paraplejia, lo cual equivale a no movimiento de piernas y postración en silla de ruedas del trabajador.
Luego de volver a conversar con él, ya estando internado en el hospital previo a su cirugía oncológica (se le iban a extirpar ambos testículos), indagué un poco más sobre su caso y el trabajador me comentó que desde hacía 12 meses había notado un crecimiento anormal del testículo derecho, además de dolor e incomodidad permanente, pero se automedicaba y practicamente bloqueaba a su cerebro pensando que eso no debe estar ahí, ya va pasar, ya va desaparecer. Doce meses después, todo empeoró…y su cuerpo no pudo más, así que dió gritos de auxilio, de no poder continuar más, reclamando ¡tiempo fuera!, siendo ya algo tarde para reaccionar.
Dolores anormales en tu Cuerpo
En otra oportunidad, un paciente también joven de aproximadamente 22 años, acude a mi consulta particular debido a que «hace un tiempo» venía sintiendo molestias en al hipogastrio (abdomen bajo), irradiadas hacia la zona testicular de ambos lados; estas molestias aumentaban de intensidad previo a tener relaciones sexuales incluyo llegando a producir «quemazon» testicular al momento de la eyaculación. Por otro lado, estas molestias también aparecían al momento de ingerir alcohol (sobre todo cerveza), debiendo acudir muchas a miccionar cuando esto ocurría mientras bebía alcohol. Todas las molestias habían ido en aumento en las últimas cuatro semanas, volviéndose casi intolerables a la fecha de la consulta, motivo por el cual el joven acudía a mi para poder ayudarlo.
Habiendo escuchado con mucha atención lo que el joven relataba, proseguí con el interrogatorio adicional de toda entrevista médica, tratando siempre de transmitir la mayor empatía posible (genuinamente porsupuesto), ya que a esa edad aún puede existir «algo de verguenza» en los jóvenes y eso podría ocasionar que la persona no cuente todo lo que debe contar a su galeno, con lo cual el diagnóstico se entorpecería. Luego de hacer varias preguntas sobre antecedentes personales, familiares, alergias, uso de medicamentos, cosas que empeoran el dolor, cosas que mejoran el dolor, entre otros, llegué a la conclusión que estas molestias no tenían detrás alguna causa aparente como promiscuidad sexual o malas conductas de higiene por ejemplo, sino que más bien se trataba muy probablemente de una Prostatis Aguda, la cual es responsable del 25% de consultas médicas entre los varones de 20 a 40 años de edad, siendo además en el 90% de los casos de origen no bacteriano, es decir, no debido a una infección.
Posterior al diagnóstico inicial y a los exámenes auxiliares prescritos, se confirmó finalmente el diagnóstico de Prostatitis Aguda, brindando el tratamiento médico idóneo para el paciente. Pero vayamos a lo interesante para esta edición…al recibir mis palabras de confirmación del cuadro del paciente, de repente por instinto (de ese que tenemos los médicos cuando vemos un gesto fuera de lo normal en los pacientes), se me ocurrió repreguntar sobre la antiguedad de estas molestias. Más que grande fue mi sorpresa cuando el bisoño paciente me dijo que estas molestias las presentaba desde que tenía 17 años, incluso antes de haber tenido relación sexual alguna; asentí con la cabeza y luego de su salida del consultorio quedé mirando a la nada pensando en qué tiene que pasar para que le hagamos caso al cuerpo cuando nos quiere decir algo…
Anomalías en tu Piel
Previo al inicio de la pandemia, una persona cercana a mi reducido círculo de amigos, me pidió en medio de una reunión social que por favor revisara la piel de su espalda superior porque su esposa había notado un lunar «raro». Accedí con mucho gusto y acudimos a una habitación donde pude revisar de cerca la piel de la espalda, notando que efectivamente no se trataba de un lunar «normal» desde el punto de vista médico por supuesto (porque nuestra normalidad no es la normalidad de las personas que no son médicos). Este lunar tenía bordes irregulares, medía casi un centrímetro, estaba elevado, presentaba de 2 a 3 colores diferentes dentro de su superficie y era asimétrico por donde se viera, es decir, si lo partía en dos con una línea imaginaria, un lado era diferente al otro definitivamente.
Terminé de evaluar la lesión y sin levantar ninguna preocupación inoportuna, recomendé que mejor sea visto por un médico dermatólogo porque era lo correcto, ya que yo no era la voz más autorizada para dar una opinión en ese momento, no obstante, si hice la acotación de que dicha evaluación debía ser hecha a la brevedad posible. El paciente me hizo caso, fue evaluado por un dermatólogo amigo mío, quien luego de examinar y mandar a hacer una biopsia, me llamó personalmente a comentarme el caso, concluyendo en que se trataba de un Melanoma Maligno (5to. cáncer más común en hombres y mujeres en los Estados Unidos) que debía ser operado cuanto antes, adicionando algo a su comentario: «Luis esa lesión por lo menos debe tener un año de evolución, es imposible que tenga menos de ese tiempo».
Conocedor del diagnóstico me volví a comunicar con la persona para saber cómo estaba y cómo había tomado la noticia. Afortunadamente estaban tranquilos, con mucha esperanza de que todo salga bien; pregunté si tenían por costumbre examinarse entre esposos y/o verse al espejo la piel antes o después de ducharse sobre todo en zonas donde el ojo no ve regularmente (como espalda, nuca, gluteos, zonas posteriores de los muslos, etc.), a lo cual me respondieron que «justamente la primera vez que lo hicimos mutuamente, encontramos esto»…
Estos tres casos de problemas médicos más que frecuentes en la práctica médico, pretendo que sean ejemplo de las veces que el cuerpo «habla, manifiesta, grita, hace ruido, manda señales de humo, lanza fuegos artificiales», pero simplemente nosotros NO nos damos cuenta o en todo caso, NO nos queremos dar cuenta por miedo, por temor a «que sufra algo malo» o simplemente por la cultura del «ya pasará» o del famoso «de algo hay que morirse». El cuerpo es una máquina casi perfecta que en la gran mayoría de casos suele dar señales tempranas de que algo está fallando, pero esas señales deben ser atendidas cuando son continuas o cuando son realmente llamativas. Con esto no quiero decir que vayas al médico apenas te duela algo, pero si ese dolor es más o menos intenso o frecuente en la misma zona, de poco a poco va empeorando, aparece cada vez más seguido, lo más probable es que no sea un simple dolor que cualquiera puede tener ocasionalmente, lo más probable es que algo haya que prestarle atención.
Que no sea tu frase del año: «No hay peor ciego que el que no quiere ver», mejor pregúntate de cuando en cuando…¿le hago caso a mi cuerpo?, ¿lo escucho cuando me habla?, ¿veo sus señales?. Si la respuesta es SI en este momento o se convierte en un SI en el corto plazo, estarás un paso adelante en tu salud y le habrás sacado ventaja a más del 80% de las personas.